espacio para la promocion y difusion de ideas sobre la creación coreográfica y el cuerpo como medio fundamental de la expresión. Claudia Capriles bailarina , coreógrafa y maestra nacida en Caracas expone sus ideas y sus trabajos caracterizados por su naturaleza multidisciplinaria .
miércoles, 31 de marzo de 2010
lunes, 29 de marzo de 2010
Sopla el tiempo...
uno
en medio de la brisa que dispersa el polvo, en ese paisaje no reconocible siento mi invisible espalda. Silueteado delicadamente e inmóvil está mi cuerpo que se defiende de la extraña brisa que sopla sin hacer ruido, a través de mis huesospresiento el sinuoso movimiento de mis vísceras- mientras - como si fuera una caja desarmo la robusta estructura de mi cuerpo y en ese momento la brisa se detiene, los detalles huecos de mis huesos alargados y perdidos en la gravedad comienzan a hablar un lenguaje imposible que si permite el intercambio libre de una energía incolora; tras una mirada sobre la piel infinita, detengo mis pupilas en algunos recovecos que anidan episodios de mi infancia, historias allí escondidas. Como un enorme lienzo absurdamente ordenados y perfectos ciertos gestos cotidianos dibujan con exactitud el mapa de mis hábitos mil veces repetidos, sin duda la escápula se eleva, el brazo se extiende y entran cada uno de los dedos, luego, desciende el abdomen que se esculpe ahogando toda olvidada emoción; pero un instante despues los tobillos giran y con el cuello muy cerca de la mandíbula queda el detalle de los labios como una interrogación, y entonces me percato con toda lúcida emoción que estoy soplando.
dos
atravieso el espacio con el traje adherido como una segunda piel, ante mi desfilan lúdicamente otros cuerpos - imagino- al parecer se cruzan entre sí siempre indiferentes. Soy invisible. estiro los brazos, primero uno y luego el siguiente, me siento atrapada en la adherencia implacable del vestido, cambio de peso cabeza abajo separo las piernas, el material elástico cede y me olvido de mi humana anatomía; soy un volumen en plena metamorfosis , veloz - no soy yo - el tiempo me atraviesa escapo y me detengo en el borde del espacio.
tres
Miro a lo lejos, observo fuera de los límites de este espacio-tiempo, atrás-adelante, antes-después y regreso al presente con el sonido de mis pasos que transportan junto a mi peso las ideas olvidadas, una fuerza ajena hala el centro de mi ser arrastrándolo hacia el otro extremo del espacio presente, camino hacia atrás recobro una a una mis ideas como flores cosechadas en el seno, cerca del esternón, espacio interno vacuo, transparente; donde en este instante algunos tímidos capullos de espinoso amor amenazan con florecer. Lo siento.
cuatro
Dos volúmenes se debaten ante el dominio y la sumisión, tal vez es uno solo y es mío, al ras del piso la gravedad me oprime el miedo dando paso a la mas primitiva forma de movimiento; los músculos suaves permiten que todo lo que afuera acontece penetre mi cuerpo, me rebelo contra mí misma, juego a dejarme acariciar por el aire y creo que su densidad es la de otro cuerpo en la inocencia de un mal sueño, quiebro en pequeños trozos mi volumen, convertida en segmentos dejo de ser una totalidad, no puedo volver sobre mis pies, el imaginario abrazo del otro me aplasta y me abriga, de pronto esa fuerza se diluye y libre reencuentro mi centro, vuelve la imagen completa, mis sentidos me avisan que estoy íntegra; decido despojarme de la raída piel del vestido, de la obtusa feminidad, al estirarme alcanzo un tamaño inesperado, toco el cielo, el sol está en el centro y me alegro, constato mi respiración y percibo la unidad indiscutible de mi ser.
en medio de la brisa que dispersa el polvo, en ese paisaje no reconocible siento mi invisible espalda. Silueteado delicadamente e inmóvil está mi cuerpo que se defiende de la extraña brisa que sopla sin hacer ruido, a través de mis huesospresiento el sinuoso movimiento de mis vísceras- mientras - como si fuera una caja desarmo la robusta estructura de mi cuerpo y en ese momento la brisa se detiene, los detalles huecos de mis huesos alargados y perdidos en la gravedad comienzan a hablar un lenguaje imposible que si permite el intercambio libre de una energía incolora; tras una mirada sobre la piel infinita, detengo mis pupilas en algunos recovecos que anidan episodios de mi infancia, historias allí escondidas. Como un enorme lienzo absurdamente ordenados y perfectos ciertos gestos cotidianos dibujan con exactitud el mapa de mis hábitos mil veces repetidos, sin duda la escápula se eleva, el brazo se extiende y entran cada uno de los dedos, luego, desciende el abdomen que se esculpe ahogando toda olvidada emoción; pero un instante despues los tobillos giran y con el cuello muy cerca de la mandíbula queda el detalle de los labios como una interrogación, y entonces me percato con toda lúcida emoción que estoy soplando.
dos
atravieso el espacio con el traje adherido como una segunda piel, ante mi desfilan lúdicamente otros cuerpos - imagino- al parecer se cruzan entre sí siempre indiferentes. Soy invisible. estiro los brazos, primero uno y luego el siguiente, me siento atrapada en la adherencia implacable del vestido, cambio de peso cabeza abajo separo las piernas, el material elástico cede y me olvido de mi humana anatomía; soy un volumen en plena metamorfosis , veloz - no soy yo - el tiempo me atraviesa escapo y me detengo en el borde del espacio.
tres
Miro a lo lejos, observo fuera de los límites de este espacio-tiempo, atrás-adelante, antes-después y regreso al presente con el sonido de mis pasos que transportan junto a mi peso las ideas olvidadas, una fuerza ajena hala el centro de mi ser arrastrándolo hacia el otro extremo del espacio presente, camino hacia atrás recobro una a una mis ideas como flores cosechadas en el seno, cerca del esternón, espacio interno vacuo, transparente; donde en este instante algunos tímidos capullos de espinoso amor amenazan con florecer. Lo siento.
cuatro
Dos volúmenes se debaten ante el dominio y la sumisión, tal vez es uno solo y es mío, al ras del piso la gravedad me oprime el miedo dando paso a la mas primitiva forma de movimiento; los músculos suaves permiten que todo lo que afuera acontece penetre mi cuerpo, me rebelo contra mí misma, juego a dejarme acariciar por el aire y creo que su densidad es la de otro cuerpo en la inocencia de un mal sueño, quiebro en pequeños trozos mi volumen, convertida en segmentos dejo de ser una totalidad, no puedo volver sobre mis pies, el imaginario abrazo del otro me aplasta y me abriga, de pronto esa fuerza se diluye y libre reencuentro mi centro, vuelve la imagen completa, mis sentidos me avisan que estoy íntegra; decido despojarme de la raída piel del vestido, de la obtusa feminidad, al estirarme alcanzo un tamaño inesperado, toco el cielo, el sol está en el centro y me alegro, constato mi respiración y percibo la unidad indiscutible de mi ser.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)